Escritora de mediana edad.

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lunes, 5 de enero de 2015

Miedo al cambio y a que nada cambie.

Debo enfrentarlo, alrededor de los 40 me sitúo en una especie de limbo peligroso, muchas de las cosas que soñé alcanzar en la adolescencia están aquí, de una u otra forma, con más o menos dinero, con más o menos kilos, con más o menos viajes, pero en el ámbito familiar: esposo, hijos; en el profesional cierta estabilidad laboral; en lo social círculos relativamente estables, ligados a ámbitos concretos… los próximos 10 años de mi vida se vislumbran relativamente estables, esperando que no existan grandes cosas que alteren esa estabilidad relativamente segura alcanzada con esfuerzo.


Pero aquí es dónde el truco se presenta y me meto zancadilla yo misma, estoy segura de que en un momento de sinceridad autoinducida o, en su defecto inducida externamente, cualquiera en mi lugar podría decir como yo que mi mayor miedo para el futuro próximo es precisamente ese: que algo cambie abruptamente y me lleve a cuestionar de tajo mi estabilidad ya sea económica, en la pareja, en la familia o en el trabajo.
Pero al mismo tiempo, más secreto aún, más difícil de reconocer y, por lo tanto, más difícil de lidiar con él, esta el miedo paralelo, miedo terrible que se grita solamente a la almohada cuando estoy seguras de que nadie puede escuchar, miedo a que nada cambie, a seguir la corriente de la rutina, a perderme en ella, miedo a que esto sea todo lo que espere de la vida y que esto sea todo lo que le de a la vida.

Así que aquí estoy, con un miedo absurdo al cambio y a que nada cambie, mientras tanto todo sigue igual. 

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