Escritora de mediana edad.

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sábado, 21 de febrero de 2015

ADOLESCENTE CON EXPERIENCIA.

Odio caer en clichés, pero últimamente me siento como si la pubertad regresara con fuerza.

Mi cara llena de espinillas, mi cabello cambiando de consistencia, haciéndose a su antojo chino y lacio en diferentes lugares, el sueño me llega con fuerza y no lo puedo evitar y, alternadamente, algunas noches de insomnio intermitente.

Puberta encerrada en un cuerpo de cuarenta años suena bastante absurdo y más aún si analizo que es, precisamente el cuerpo de cuarenta años el que parece haber regresado a la pubertad. Definitivamente es algo extraño, porque no creo estar entrando ya a la menopausia, pero si estar experimentando algún reajuste hormonal que lleva a mi organismo a ponerse loco.

Adolescente con experiencia es como me gusta considerarme en esos días, definitivamente no le permito a mis emociones que tomen el control como lo permití en mi primera adolescencia, aunque ganas no me faltan, dejarme llevar por las inmensas ganas de llorar o arremeter contra todo aquel que se me para enfrente aunque ni la deba ni la tema. 

Adolescente experimentada, ya que tengo que elegir nuevamente cremas para este cutis que cambia, nuevo estilo para este cabello rebelde, cierta ropa no se ajusta exactamente a estas nuevas curvas, y no es que subiera de peso, pero parece estarse reacomodando todo. Es extraño, como si al verme al espejo fuera un poco diferente cada día.

Pero experimentada y la experiencia sirve para no caer en la tentación de buscarme en la moda o en las otras, darme permiso de dormir toda la tarde si tengo sueño y de tener mis cinco minutos de intolerancia diaria, si con esto puedo disfrutar plenamente el resto del día a la semana.

Claro que mi cuerpo bombardeado por hormonas y mis dudas existenciales que me pega un poco a la vivencia de la adolescencia me alejan de ella si las empato con la consciencia directa de la muerte como algo que me va a pasar a mi en un futuro no tan lejano, con la absoluta certeza de que la enfermedad y el riesgo es algo a lo que definitivamente yo estoy expuesta y no solamente el resto del mundo y otras consciencias personales que me dejan distante de la adolescencia definitivamente. 

Me llama la atención cómo el miedo y la ausencia de éste nos hace actuar de forma tan similar, el miedo a la muerte hace al adulto comportarse de forma temeraria, de igual forma que es la ausencia de la consciencia de la posibilidad de la muerte en su persona lo que hace al adolescente comportarse también temerariamente.

En la pareja el miedo a perder a alguien y la excesiva confianza en la relación hace a las personas cometer errores similares.
¿Mis miedos actuales me llevarán a comportarme un poco como la adolescente que carecía de miedos? Espero que la experiencia realmente me sirva de algo.